Estábamos muy enamorados el uno del otro y hacíamos una pareja perfecta; pero algo pasó y al final quedó todo en aguas de borrajas.
Las negociaciones iban viento en popa y todo prometía el poder cerrar un trato satisfactorio para las dos partes. Sin embargo a última hora las buenas previsiones se quedaron en agua de borrajas, terminando rotas las negociaciones y sin posibilidad de retomarlas.
Ambas historias tienen algo en común: las cosas no han salido como era de esperar y hay decepción por tan pobre desenlace a pesar de las buenas expectativas iniciales.
Estos son los escenarios ideales en los que utilizar esta expresión: nos las prometíamos felices y al final no lo hemos conseguido.

Qué es el agua de borrajas
El agua de borrajas se trata de infusión que antaño se usaba como un método para sudar, entre muchos otros.
Lo más importante de este líquido y por la que ha adquirido relevancia en la lengua para formar al locución verbal que ahora estamos viendo, está en la terrible insipidez que tiene su gusto.
Te creas ciertas expectativas al ver esta infusión de un intenso y atractivo color verde y de sugerentes aromas para luego, a la hora de degustarla, llevarte una gran decepción.
Otra posible explicación para que fuera usada en relación con el sentimiento de la decepción tras una esperanza previa puede ser el de la creencia popular de que el pisar borrajas ayudaba a las mujeres a quedar preñadas. Tal vez fueron muchas las que apostaron por estas supuestas bonanzas que luego no se hicieron realidad.
La corrupción de la expresión original
La verdad es que unos quinientos años atrás la locución usada para expresar la situación en la que unos planes que prometían se echan a perder no era exactamente la que aquí te traigo, sino la siguiente:
Quedarse en aguas de cerrajas.
Las cerrajas son unos vegetales con el aspecto de una lechuga cuya infusión tenía la fama de no traer apenas beneficios, es decir, un líquido inútil.
Se dice que «cerrajas» era un vocablo usado sólo por las clases pudientes y no en boca del pueblo llano. Con el tiempo debió extenderse su uso, lo que debió de propiciar que se pervirtiese el uso de las «cerrajas» por el de las «borrajas», unas plantas que sí eran bien conocidas por el vulgo.
En el manual «Tesoro de la Lengua Castellana o Española» Covarrubias, en el siglo XVII recoge la locución «quedar en aguas de cerrajas» como algo que al final no llega a buen puerto.
José María Iribarren, periodista y lexicógrafo del siglo XX habla de la evolución de aguas de cerrajas a agua de borrajas como un efecto del provincianismo.
Quisiera decir, en defensa de tantos paletos perversores de la lengua española, que gracias a ellos, para bien o para mal, hemos dejado atrás el latín en beneficio del castellano.
Expresiones relacionadas
Hay algunas locuciones en español que vienen a tener un uso más o menos similar y cuando no relacionado. algunas de estas son las siguientes:
- Quedar en nada.
Teníamos muchas ilusiones en irnos de vacaciones a cuba pero Carlos se puso enfermo y todo quedó en nada.
- Desdibujarse.
María era una estudiante que prometía muchísimo pero tuvo un par de años tontos y al final sus aspiraciones de hacer una buena carrera se desdibujaron.
- Echarse a perder.
Trabajamos como nunca, tratando la tierra con los mejores fertilizantes y usando las mejores semillas, pero un par de fuertes heladas casi en pleno verano echaron a perder nuestros esfuerzos.
- No llegar a buen puerto.
Veo que tu estrategia de conseguir ganar mucho dinero en poco tiempo no ha llegado a buen puerto si no no me estarías ahora pidiendo dinero prestado.
- Trastocarse lo planes.
Todo les iba bien, era la pareja perfecta, pero ya ves, él tuvo un accidente cardiovascular del que no se recuperó y todos sus planes de vida se trastocaron.